Cuando termina la temporada turística, los hostales suelen bajar la guardia. Las reservas caen, el ritmo se desacelera y parece que es momento de descansar. Sin embargo, mientras los huéspedes se marchan, hay otro tipo de visitantes que se quedan: las chinches.
Este es, paradójicamente, el momento más importante del año para actuar. No se trata de esperar a verlas corretear para salir corriendo a fumigar chinches, sino de prevenir su llegada con protocolos de revisión, lavado caliente y control profesional.
En Plaguefit lo vemos cada año: la mayoría de infestaciones no aparecen en pleno verano, sino justo después, cuando las habitaciones quedan vacías y los insectos encuentran el entorno ideal para multiplicarse.
Chinches en Europa y España: la situación actual
El repunte de chinches en Europa no es una anécdota de redes, es un problema medido por organismos públicos. En Francia, la ANSES confirmó que 1 de cada 10 hogares sufrió infestaciones entre 2017 y 2022, lo que sitúa la plaga como un fenómeno sostenido y transversal, no ligado a la falta de higiene ni a un nivel socioeconómico concreto.
Durante 2023 y 2024, la discusión dio un salto a la agenda pública por los episodios de París (cines, trenes y hoteles), que evidenciaron lo fácil que es que un foco local se extienda a espacios de uso masivo cuando hay alta movilidad turística.
La Académie Nationale de Médecine publicó en abril de 2024 un comunicado alertando de la recrudescencia del problema y de la resistencia creciente a insecticidas, reforzando la necesidad de prevención y protocolos profesionales.
En España, aunque la información oficial es más dispersa, hemos visto episodios recientes con fuerte impacto mediático en infraestructuras de alto tránsito.
En mayo–julio de 2025, el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas adoptó desinfecciones y fumigaciones puntuales en zonas de T4 y T1 tras quejas de picaduras, mientras AENA negaba una plaga generalizada y reforzaba medidas de control ambiental y de acceso nocturno.
Estas actuaciones ilustran cómo los grandes nodos de viajeros pueden convertirse en puntos críticos si no se mantienen rutinas estrictas de vigilancia.
El patrón de fondo es claro: la movilidad internacional y la rotación intensa de huéspedes facilitan que las chinches viajen ocultas en equipajes y textiles, se instalen en habitaciones y, sin un control early-warning, se expandan a otras zonas del edificio.
Dicho de otro modo, los desplazamientos son el vector, y los alojamientos con flujo continuo de maletas y ropa son el escenario ideal si no se acompaña de inspecciones y tratamientos preventivos.
¿Cómo los desplazamientos facilitan su propagación?
Una de las razones por las que este problema se expande tan fácilmente es la forma en que las chinches viajan. Son insectos discretos, silenciosos y resistentes. Pueden permanecer ocultos en las costuras de una maleta, dentro de un abrigo doblado o en el forro de una mochila sin que nadie lo note.
Y cuando encuentran un nuevo entorno cálido y tranquilo, una cama, un colchón, una grieta en la pared, simplemente se instalan.
En los hostales y alojamientos con alta rotación de huéspedes, esto ocurre constantemente. Un visitante llega, deja su equipaje cerca de la cama y, sin saberlo, deja también una colonia en potencia.
Si además hay textiles compartidos, lavanderías comunes o muebles que se reutilizan entre habitaciones, las chinches pueden desplazarse fácilmente por todo el edificio. Por eso no basta con limpiar: se necesita un protocolo estructurado de inspección y control.
¿Qué deben hacer los alojamientos?
En el cierre de temporada, los alojamientos deberían realizar una inspección minuciosa de todas las habitaciones. No hablamos de una mirada superficial, sino de revisar los colchones con linternas potentes, observar las costuras, los cabeceros, las juntas del somier y los zócalos.
Las chinches dejan rastros visibles: pequeñas manchas oscuras, restos de exoesqueletos o huevos blanquecinos adheridos en lugares donde apenas cabría una aguja.
También es esencial aspirar con detenimiento cada rincón. Un buen aspirado, con bolsas desechables, elimina muchos residuos invisibles y reduce el riesgo de que queden huevos.
Después, la ropa de cama debe lavarse a más de 60 °C y secarse con calor alto, asegurándose de que no quede ningún insecto viable. Este detalle, tan simple, es una de las formas más efectivas de cortar el ciclo de reproducción.
En cuanto a la prevención estructural, las fundas protectoras anti-chinches en colchones y almohadas son una inversión pequeña con gran impacto. Evitan que los insectos encuentren refugio y, además, facilitan las inspecciones futuras porque cualquier mancha nueva se detecta enseguida.
¿Qué pueden hacer los viajeros?
Aunque el esfuerzo principal recae en los alojamientos, los viajeros también juegan un papel importante. Antes de dormir en un hostal o pensión, vale la pena hacer una inspección visual rápida del colchón y los cabeceros.
Si se observan pequeñas manchas oscuras o restos de piel, lo más prudente es avisar y pedir un cambio de habitación. No se trata de paranoia, sino de prevención responsable.
Durante la estancia, es recomendable no dejar la maleta en el suelo ni sobre la cama. Lo mejor es colocarla sobre una mesa o un soporte elevado. Y al volver a casa, lo más sensato es vaciar la ropa directamente en la lavadora y programar un ciclo de agua caliente.
Las maletas deben revisarse por dentro y, si es posible, aspirarse o dejarse unas horas al sol. Son pequeños gestos que pueden evitar un gran problema.
El servicio preventivo de Plaguefit
En Plaguefit trabajamos con una metodología que combina inspección, detección temprana y control técnico especializado. Una vez finaliza la temporada alta, nuestros equipos realizan revisiones completas en los alojamientos.
Se emplean luces UV, cámaras térmicas y lupas de alta resolución para detectar los rastros más sutiles. Pero uno de los recursos más precisos es la detección canina certificada: perros adiestrados capaces de identificar la presencia de chinches, huevos o ninfas con una precisión que supera el 95 %.
Si se confirma una infestación, el siguiente paso es aplicar el tratamiento adecuado. En algunos casos se opta por la fumigación profesional con insecticidas selectivos, diseñados para actuar sobre zonas críticas sin comprometer la seguridad de los huéspedes ni el mobiliario.
En otros, se recurre al tratamiento térmico, elevando la temperatura del ambiente por encima de los 55 °C, un nivel letal para todas las etapas del insecto. Ambos métodos pueden combinarse en un mismo protocolo, dependiendo de la extensión y antigüedad del foco.
Tras la intervención, se realiza un seguimiento detallado para garantizar que no queden restos activos. En muchos alojamientos, además, se implementa un plan de mantenimiento anual, con visitas programadas y controles periódicos para asegurar que las chinches no regresen con la siguiente oleada de viajeros.
¿Por qué prevenir es más rentable que actuar tarde?
Muchos administradores de alojamientos subestiman el impacto económico de una infestación hasta que la sufren. Una plaga de chinches no solo implica tratamientos de urgencia y sustitución de mobiliario: también puede forzar el cierre temporal de habitaciones y provocar pérdidas de reputación difíciles de revertir.
Estudios internacionales señalan que una infestación avanzada puede costar más de 23.000 dólares en gastos de remediación entre fumigación, lavandería y pérdidas de ingresos.
Además, ocho de cada diez hoteles reconocen haber tenido que fumigar chinches al menos una vez durante el último año. Y lo más preocupante es que, en la mayoría de los casos, esas intervenciones se realizaron demasiado tarde, cuando ya había quejas públicas o reseñas negativas en plataformas de reservas.
La diferencia entre un alojamiento reactivo y uno preventivo está en la planificación. Un programa anual con inspecciones y detección profesional reduce al mínimo el riesgo, ahorra dinero y protege la reputación del establecimiento.
En términos prácticos, es una inversión pequeña comparada con el daño que puede provocar una infestación descontrolada.
Alojamientos y viajeros, aliados contra las chinches
La prevención no es solo una cuestión técnica, sino también de responsabilidad compartida. Los alojamientos deben establecer rutinas de control y limpieza exhaustivas, y los viajeros pueden contribuir con hábitos sencillos que limiten la propagación. Juntos, pueden romper el ciclo de infestación antes de que comience.
En Plaguefit entendemos que fumigar chinches no debe ser la respuesta a un problema visible, sino una estrategia preventiva planificada. Las inspecciones periódicas, el lavado con calor y la detección canina son las herramientas que garantizan que tu hostal siga siendo un espacio seguro, limpio y libre de plagas. Actuar ahora, tras la temporada turística, es la mejor forma de asegurarte un comienzo tranquilo la próxima.